top of page

¿Eres proactivo o reactivo?


¿Dejas que otros dirijan tu vida o prefieres ser el protagonista de tu propia película? ¿Te amoldas siempre a las circunstancias o haces que las cosas sucedan? ¿Te pasas el día esquivando las balas o actúas para evitar que te disparen? ¿Eres reactivo o proactivo? Si aun no lo sabes, después de ver este vídeo, seguro que tendrás la respuesta.

Círculo de preocupación e influencia

Una persona reactiva es la que se apunta a un gimnasio después de mirarse en el espejo y ver que ha engordado unos cuantos kilos, o se pone a dieta porque se lo dice su médico. Una persona proactiva, en cambio, hace regularmente ejercicio y se alimenta de forma equilibrada, porque quiere sentirse en forma y llevar una vida saludable.

Los proactivos se mueven por valores cuidadosamente escogidos y se ocupan de las cosas que son importantes para ellos. Así que, si para una persona proactiva, la salud es un valor importante, no esperará a que nadie le diga que tiene que cuidarse para hacerlo. Los reactivos, en cambio, anteponen sus emociones -en el ejemplo anterior, el miedo a enfermar- a los valores. Y no se ocupan de las cosas importantes sino de las que consideran urgentes -en este caso, evitar un problema de salud mayor-. En resumen: actúan como bomberos apagando un incendio tras otro.

Todos conocemos en nuestro trabajo o en nuestro entorno más íntimo a la típica persona supermotivada o hiperactiva que no para de hacer cosas. Eso no es ser proactivo. Tampoco lo es ser precavido ni planificar con antelación lo que uno va a hacer o necesita. Ser proactivo es dar los pasos necesarios para que ocurra lo que quieres que ocurra y responsabilizarte de los resultados. Por eso, una persona proactiva piensa que, si no ha conseguido lo que deseaba, es porque no ha movido el culo lo suficiente.

En cambio, el reactivo nunca se responsabiliza de lo que le sucede, sino que echa la culpa al entorno, a un tercero o incluso al tiempo que hace, al destino o a la mala suerte. A una persona reactiva podemos detectarla por su lenguaje. Si no ha aprobado un examen dice "me han suspendido", como si aprobar no dependiera de él, sino del profesor, que vete tú a saber si lo ha suspendido porque le tiene manía... Si no tiene empleo dice "no me dan trabajo", como si fuera algo que dan a todo el mundo, así sin más, sin importar si lo mereces o no. Y si es un comercial o tiene una empresa y no vende ni un escoba también pensará que no es por su culpa. "Es que los clientes no quieren comprar", dirá, como si estos tuvieran que estar deseando llamar a su puerta para pedirle, por favor, que les venda algo.



Proactivo

  • Transforman su entorno

  • Toman la iniciativa y van un paso por delante.

  • Se ocupan de la cosas importantes.

  • Anteponen sus valores a sus emociones.

  • Tienden a acercarse al placer.

  • En cada problema ven una oportunidad.

  • Su energía amplía su círculo de influencia.


Reactivo

  • Reaccionan a su entorno.

  • Su actitud pasiva les hace ir un paso por detrás.

  • Solo se ocupan de lo urgente.

  • Anteponen sus emociones a sus valores.

  • Tienden a evitar el dolor.

  • No se dan cuenta de que son parte del problema.

  • Su energía negativa amplía su círculo de preocupación.


Está claro que ser proactivo es mejor que ser reactivo, pero como os digo siempre, todos los metaprogramas pueden resultar útiles si se usan en el contexto adecuado. Y las personas reactivas, de tanto reaccionar en situaciones de estrés, suelen ser más eficaces cuando realmente se presenta un imprevisto, pues han aprendido a manejarse en mitad del incendio. Esto las hace más atractivas para ocupar determinados puestos en algunas empresas como, por ejemplo, en un departamento de atención al cliente. En cambio, si pones a una persona proactiva a atender llamadas de clientes enfadados y con problemas, se va a agobiar. ¡Ya veréis lo poco que dura en el puesto!

Reconozcámoslo: ser proactivos no es fácil. Tenemos un montón de creencias que repetimos a diario y que nos impiden evolucionar hacia la proacción. "Siempre me falta tiempo", "no tengo suficiente dinero para hacer esto o esto otro", "total, para qué hacerlo si nadie valora lo que hago...", "prefiero guardarme lo que pienso", "prefiero no llamar la atención...". Todos estos pensamientos nos limitan a la hora de ponernos en marcha para alcanzar nuestros sueños.

Estas creencias nos hacen ser más reactivos de lo que debiéramos. Así que, hazme caso, cámbialas. ¿Cómo? Tendrás que esperar a los próximos artículos de mi blog. ¡O puedes ser proactivo y ponerte a investigar por tu cuenta!

bottom of page