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¿Prefieres ser el cerdo o la gallina?


Una gallina y un cerdo paseaban juntos por el campo cuando, de repente, la gallina le propuso al cerdo: "¿Por qué no abrimos un restaurante?". El cerdo consideró la propuesta y respondió: “Me parece una buena idea. ¿Y cómo lo llamaríamos?”. -“Huevos con beicon”, le respondió la gallina.

El cerdo se detuvo uno segundos, pensativo, y contestó: “Pensándolo mejor, creo que no voy a abrir un restaurante contigo".

- "¿Cómo? ¿Qué te ha hecho cambiar de opinión?", le interrogó la gallina.

- "Pues que yo estaría realmente comprometido, mientras que tú estarías solamente implicada”, se quejó el cerdo.

El cerdo tenía razón. No es lo mismo poner unos cuantos huevos que toda la carne en el asador. Implicarse, como hace la gallina, y comprometerse, como el cerdo, no son palabras sinónimas.

Implicación VS compromiso

Un ejemplo de compromiso: Rafa Nadal. Cuenta Nadal en Rafa, mi historia, escrita por John Carlin, que con 14 años regresaba de Sudáfrica, donde había ganado un torneo internacional, y su familia le había preparado, en Manacor, una fiesta de bienvenida. Cuando su tío, Toni Nadal, que como sabéis es además su entrenador, se enteró de la fiesta, envió al chaval par casa. Le dijo: "Aquí no hay nada que celebrar. Además, mañana a las 9 en punto te espero aquí abajo para entrenar".

Rafa no se podía creer lo que estaba oyendo. "¿Me estás diciendo que ni si quiera el día que vengo de ganar un torneo en la otra punta del mundo, que llevó 14 o 15 horas de avión, me puedo saltar un entrenamiento?, le respondió. "Mañana, a las 9 de la mañana, aquí abajo. No hagas que tenga que subir a buscarte", le insistió Toni.

Nadal le contestó que ni en broma pensaba bajar a entrenar, que ya podía esperarle sentado, porque se iba a tomar el día libre. Sin embargo, a la mañana siguiente, aunque cabreado como una mona, Rafa estaba abajo, a las 9 en punto, como un clavo, listo para el entrenamiento.

Y es que si buscamos una excusa para no hacer algo, siempre la vamos a encontrar. Y, en un deportista profesional, el entrenamiento es innegociable. Es ahí donde empieza a forjarse el verdadero compromiso. Algo de lo que también sabe el protagonista del siguiente vídeo.


Este es un mensaje que el tenista argentino Juan Martín del Potro envió a sus fans mientras se estaba recuperando de su tercera operación en la muñeca izquierda. Del Potro estuvo a punto de retirarse y seguramente se hubiera ido para casa si se solo se hubiera implicado como una gallina en su recuperación. Pero él apostó por ser el cerdo, por comprometerse, y ese compromiso -primero consigo mismo y después con el deporte que tanto ama- le sirvió para recuperarse de nuevo de su lesión. De no ser así, del Potro no hubiera ganado, por ejemplo, la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, un año después de esa tercera intervención.

La diferencia entre compromiso e implicación es sutil, pero de esa sutil diferencia depende, muchas veces, el éxito o el fracaso de un proyecto o una misión. Ahora, ya lo sabes, así que tu eliges. ¿Qué prefiere ser? ¿El cerdo o la gallina?


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