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Comunicación efectiva


“¡Es que no me escuchas! ¡Contigo parece que hablo en chino! ¡Es como darse cabezazos contra la pared! Lo has dicho alguna vez, ¿a que sí?… ¿Y si resulta que sí te escuchan, pero quien no sabe “comunicar” correctamente eres tú? Seguro que has escuchado la frase: “Yo soy responsable de lo que digo, no de lo que tú entiendas”. ¿verdad? Pues si quieres comunicarte de forma efectiva, destiérrala de tu mente. Tú eres el responsable de tu comunicación, nadie más. Da igual lo que digas y cómo lo digas si logras la respuesta que deseas de tu interlocutor. Y eso depende de ti.

"El significado de tu comunicación es la respuesta que obtienes".

¿Y qué pasa si la respuesta que obtienes del receptor de tu mensaje no es la que deseas? Pues que tendrás que cambiar tu forma de comunicarte para adaptarte a la de él. Y es que la flexibilidad juega un papel fundamental en el éxito de la comunicación. Si lo que has hecho hasta ahora no te funciona, prueba otra cosa.

Según los estudios del psicólogo Albert Mehrabian, nuestras palabras solo representan el 7% de nuestra comunicación, nuestra voz (el tono y el ritmo que utilizamos al hablar) representa el 38% y nuestro lenguaje corporal (gestos, posturas, expresiones faciales), el 55% . Nuestra comunicación, por tanto, es en un 93% inconsciente. Lo importante no es lo que dices, sino cómo lo dices. Y es que las palabras pueden disfrazar pensamientos y emociones, pero el cuerpo es un infalible detector de mentiras.

Modelo de comunicación de Mehrabian

Una herramienta muy útil para crear un clima de confianza, credibilidad e interés mutuo entre nuestro interlocutor y nosotros es lo que se conoce como rapport (sintonía, traducido al español). El proceso es sencillo: se trata de meterse en el ‘mapa mental’ del otro reflejando su comportamiento a la hora de comunicarse, acompasando algunos aspectos de su comunicación.

El rapport ha de ser siempre de forma elegante y sutil. Acompasar no significa imitar. Así que no te pongas a imitar a tu interlocutor porque, en lugar de hacer que se sienta cómodo, conseguirás el efecto contrario. Si tiene algún tic, como por ejemplo rascarse una oreja antes de hablar, no te pongas a repetirlo. El otro sentirá que te estás cachondeando de él o igual no es consciente de que lo tiene y cuando te vea hacerlo pensará que el que tiene el tic eres tú, que no sé que es peor.

Se puede acompasar:

  • La postura corporal.

  • Los movimientos peculiares de la otra persona.

  • Sus cualidades vocales (tono de voz, ritmo, volumen y entonación).

  • Su expresión facial.

  • La estructura de sus frases (poniendo atención a su sistema representacional).

Que se muestra sonriente, pues tú también, pero no hace falta que se te note una sonrisa forzada. Y, si tiene una postura corporal abierta, relajada y apoyada hacia delante, lo que denota interés, adopta una postura similar. No te tires hacia atrás, con el cuerpo tenso y los brazos cruzados, porque estarás poniendo una barrera entre ambos.

Si la otra persona habla rápido y utiliza frases cortas, no se te ocurra responderle en un tono pausado y con subordinadas, porque lo vas a aburrir. Y fíjate en sus sistema representacional predominante a la hora de construir las frases. Si es muy visual, utiliza expresiones como “bajo mi punto de vista” o “me gusta tu enfoque”; si es más auditivo puedes decir “eso me suena bien” o “me llama la atención”; y si es más kinestésico puedes utilizar frases como “me da buenas vibraciones” o “esto me huele mal”. Habla su mismo lenguaje.

Y si resulta que estáis charlando en un bar mientras estáis tomando algo, pídete lo mismo que él, porque eso también es crear sintonía en la comunicación.


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