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El juego interior del tenis


Siempre he pensado que el tenis es uno de los deportes mentalmente más exigentes que existen. Y Andre Agassi, en su biografía 'Open', me lo confirmó cuando lo describió como el más solitario de cuantos se practican. Incluso más que el boxeo, porque el boxeador al menos puede abrazarse a su oponente cuanto está cansado y recibe en todo momento el apoyo de su entrenador desde su rincón del cuadrilátero. El tenista, en cambio, se encuentra aislado a uno u otro lado de la pista, separado por su adversario por una red y sin poderse comunicar más que consigo mismo. En este particular ring de boxeo, entre punto y punto, dispone de demasiado tiempo para pensar, para dejarse arrastrar por las emociones, caer en las trampas del ego y perder la concentración.

Tim Gallwey, en su libro 'El juego interior del tenis', explica que el tenista se enfrenta cada partido a dos tipos de juego: el juego exterior, el que libra contra su rival, y el juego interior, el que tiene lugar en su mente. Y que nadie puede dominar la práctica del tenis, ni de ningún otro deporte, si no domina su juego interior.

Si tu ves entrenar al octavo jugador del ranking mundial y al número 56 y no sabes quién es quién, seguramente seas incapaz de distinguirlos por su destreza técnica. Lo que marca la diferencia en el deporte de élite es la toma decisiones en competición, y acertar en esas situaciones de estrés pasa por acallar la mente consciente para que no interfiera en el talento.

Y es que la conciencia está ocupada en cosas que no sabemos hacer muy bien. Las que sabemos hacer realmente bien, las hacemos de forma inconsciente. Por eso, casi siempre que aparece diálogo interno en el cabeza del tenista -esa vocecita que no para de juzgar su actuación- es para sabotear su juego. Porque cuando todo fluye, no necesitamos pensar, solo sentir.

Cuenta Stan Wawrinka que, minutos antes de disputar la final del US Open de 2016 contra Novak Djokovic, le entró un ataque de estrés. Que no paraba de llorar y de temblar y que estuvo a punto de romperse.

Así que, para acabar con esos pensamientos negativos, decidió que tenía que sufrir, luchar cada punto como si fuera el último, castigando su cuerpo y alargando los intercambios con Djokovic hasta acabar tan agotado que la mente ya no fuera capaz de pensar.

El tenista suizo, que acabó ganado aquel US Open, llevó lo de sentir al extremo. Si hubiese sabido PNL le hubiese bastado con utilizar, durante el calentamiento, el 'Aquí y ahora', una técnica inspirada en el mindfulness que consiste en describir en voz alta 5 cosas que estás viendo, 5 cosas que estás escuchando y 5 cosas que estás sintiendo en ese momento, luego 4, luego 3, luego 2 y finalmente 1 de cada.

Por ejemplo, Wawrinka podía haber dicho: "Veo cómo anuncian a la final en el vídeo-marcador del estadio", "veo cómo un grupo de seguidores están desplegando una pancarta con mi nombre en las gradas", "veo cómo están entrando los recogepelotas en la pista".... "Escucho el sonido que hace la bola cuando la golpeo con el drive", "escucho la música que está sonando por la megafonía del estadio", "escucho los gritos de Djokovic durante el intercambio de golpes"... "Siento el tacto de la empuñadura de mi raqueta", "siento cómo mi camiseta sudada se me pega al cuerpo", "siento cómo se me calientan los músculos con el paso de los minutos"...

Stanislas Wawrinka

Con la técnica del 5-4-3-2-1 le estamos indicando al cerebro que no nos interesa lo que pasa dentro de él sino lo que está pasando fuera, aquí y ahora. Si Wawrinka la hubiera utilizado, habría acabado con ese diálogo interno negativo que le estaba destruyendo sin necesidad de llevar su sufrimiento físico al extremo.

Te imaginas que, en un partido de fútbol, un equipo pierde 5-0 en la primera parte, pero como ha ganado la segunda 1-0 tiene que disputarse una tercera parte de desempate. ¿Imposible, verdad? Pues en el tenis puede pasara justamente eso, ya que un jugador puede ganar un partido habiendo sumado menos puntos o menos juegos que su rival. El particular sistema de puntuación que tiene este deporte hace que el tenista tenga que librar muchas batallas dentro de un mismo partido. Y para que una batalla perdida no afecte a las que aun están por ganar, debe aprender a resetear su cerebro. A jugar cada punto como si el partido empezara de cero.

Cuando un tenista falla un golpe, sabe detectar la causa en décimas de segundo: si ha sido un error técnico, si ha llegado tarde porque físicamente está cansado o si ha sido una cuestión táctica, porque no han insistido lo suficiente sobre el revés del adversario antes de subir a la red, por ejemplo. ¿Entonces, para que perder más tiempo lamentándose y analizando el pasado? Concentrarse en la respiración entre punto y punto o, por ejemplo, prestar atención al tacto, el olor, la costuras y la marca de la bolas si es su turno de saque, pueden ayudarle a mantener la atención plena en el juego y eliminar su diálogo interno.

El deporte, como la vida, siempre te ofrece nuevas oportunidades. La diferencia es que, en el tenis, esas oportunidades se suceden una y otra vez. Si jugadores como Federer, Nadal o Djokovic dominan este juego no es solo por su innegable talento, sino también porque son capaces de afrontar cada una de esas oportunidades como si fuese única.

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