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¿Y tú, todavía no meditas?


¿Te ha pasado alguna vez que te has quedado embobada o embobado mirando una puesta de sol en una playa o una fogata hasta perder la noción del tiempo? ¿Sí, verdad? Pues estabas meditando. Porque aunque el origen de la meditación se ha asociado siempre a corrientes espirituales orientales como el budismo o el hinduismo, es esencialmente un ejercicio intelectual. Un proceso mental con el que buscamos estar en calma enfocando nuestro pensamiento en una sola cosa a la vez.

"Lo fantástico de la meditación es que, cada vez, te vuelves más tú mismo".

David Lynch

Meditar no es más que centrar la atención del hemisferio izquierdo, la parte racional de nuestro cerebro, en algo en concreto, como por ejemplo la respiración, que es lo más habitual, un sonido binaural, una vela… Lo que permite al hemisferio derecho, donde habita nuestro inconsciente, manifestarse libremente, en el momento presente, sin los juicios ni los filtros a los que nos somete el izquierdo (al que tenemos concentrado en una sola cosa y no puede sabotearnos, como hace siempre).

Deportistas meditando

Y es que estar en meditación no significa poner la mente en blanco ni bloquear nuestros sentidos. Al contrario, es ser plenamente conscientes de todo cuanto nos rodea, pero sin hacer ningún esfuerzo por cambiar la mente. Adentrarse en ella en silencio y abrir la puerta que conecta con nuestro yo superior. Ahí es donde pasan cosas realmente sorprendentes.

Nuestra mente produce impulsos eléctricos que se miden principalmente en cuatro tipos de ondas cerebrales. El estado meditativo se produce por un descenso de la actividad neuronal entre alfa y theta. En esa frecuencia de onda es cuando nos comunicamos con nuestro inconsciente.

Ondas cerebrales

La meditación es una práctica maravillosa que, además, nos reporta numerosos beneficios para nuestra salud, tanto física como mental. Sirve para relajarse y combatir el estrés, pues acalla la mente y la libera de las preocupaciones diarias. Y mejora el sistema respiratorio, estimula el inmunológico y reduce la presión sanguínea.

Además hace que seamos más creativos, más felices y más inteligentes. Más creativos porque, cuando meditamos, el hemisferio derecho, que es la parte creativa de nuestro cerebro, se pone al mando y dejamos volar la imaginación, se nos ocurren nuevas ideas y encontramos la solución a nuestros problemas. Más felices porque la meditación aumenta la materia gris en el precúneo, una región del lóbulo parietal superior situada entre los dos hemisferios cerebrales. Y un estudio de la Universidad de Kioto ha demostrado que las personas con más materia gris en el precúneo son más felices. Y también nos hace más inteligentes porque otro estudio clínico demostró que las personas que utilizaron, durante un año, el entrenamiento con ondas cerebrales (una forma de meditación), aumentaron un 23% su coeficiente intelectual.

En el deporte, grandes estrellas del baloncesto como Michael Jordan o Kobe Bryant la descubrieron en su día gracias a Phil Jackson, conocido en la NBA como el 'Maestro Zen' y que los entrenó en los Bulls y en los Lakers. En la actualidad son numerosos los atletas de primer nivel que la practican, como LeBron James o Novak Djokovic, quienes han reconocido públicamente que su manera de afrontar la alta competición ha cambiado gracias a la meditación.

En los últimos años, el mindfulness ha penetrado con fuerza en Occidente y eso ha hecho que la meditación haya dejado de verse como esa cosa tan rara que practicaban, en silencio, los místicos y los iluminados. En cualquier caso, meditar es un entrenamiento para el cerebro y el corazón que nos proporciona una mayor libertad mental y emocional. Un excelente medicamento para el cuerpo y para el alma que no puede comprarse en farmacias y no tiene contraindicaciones. Así que, si aun no la has probado. ¿A qué estás esperando?


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