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¿Y tú qué eres: visual, auditivo o kinestésico? (II)





Este vídeo se convirtió en viral en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. La campeona del mundo de bádminton, la española Carolina Marín, acaba de perder el primer set en la final ante la india Pusarla Sindhu y su entrenador intenta motivarla para que remonte el partido.

Empieza utilizando el canal auditivo, pero Carolina ni le escucha. Luego le pide que le mire a la cara para conectar con ella a través del sistema visual, pero ni caso. La jugadora onubense, con malas sensaciones tras perder su primer set en toda la competición, está superkinestésica y al final le pide a su entrenador que se aparte, porque necesita que corra el aire. Carolina Marín acabó ganando aquel oro, pero la escena resulta de lo más elocuente.

Como habéis podido comprobar en el vídeo, la falta de sintonía entre dos personas a la hora de comunicarse puede producirse cuando utilizan canales sensoriales diferentes para relacionarse. Y eso que su técnico, Fernando Rivas, es uno de los principales responsables del éxito de Marín.

En cualquier caso, ahora, ya sabéis que los 3 sistemas que utilizamos para representar la realidad -el visual, el auditivo y el kinestésico- no solo determinan parte de nuestra personalidad sino que condicionan la manera de relacionarnos con el otro.

Ya dijimos que los visuales piensan en imágenes y varias cosas al mismo tiempo. Acostumbran a ser personas con mucha energía y comunican de la misma forma que piensan: a toda velocidad. Tanto que, a veces, hablan en tono alto, atropelladamente y saltando de una idea a otra.

Un auditivo, en cambio aprende repitiendo las cosas de forma secuencial. Si se salta un paso, se pierde. Desarrolla una idea y, hasta que no acaba con ella, no empieza con la siguiente. Y todo ello dando mucha importancia al tono y al timbre de voz para transmitirlas.

A una persona muy auditiva, seguramente le estrese la forma de ser de una muy visual. Y, al contrario, a una muy visual, una persona superauditiva probablemente le parezca tremendamente aburrida. Y los kinestésicos... bueno, los kinestésicos van un poco más a su bola. Se mueven por impulsos, por sensaciones. Se recrean en lo que les gusta y se aburren rápidamente si algo no les seduce. La falta de sintonía entre personalidades visuales, auditivas y kinestésicas la vivimos a diario. Por ejemplo, en nuestro trabajo. El típico empleado auditivo que viene a explicarle un problema a su jefe y éste, que es muy visual, le responde: "No me cuentes rollos. Envíame un e-mail detallándome lo que ha pasado, que luego le echo un ojo".

O ese comercial visual que va a vender un proyecto a una empresa y llega a la reunión con un dossier espectacular, a todo color, lleno de infográficos, con su plan de negocio, su estudio de mercado incorporado... Y el responsable de la empresa, que es muy auditivo, lo coge, lo hojea en 5 segundos, lo deja encima de la mesa y le dice: "Todo esto está muy bien, pero prefiero escucharlo de tu boca. A ver, cuéntame. ¿Qué quieres venderme?".

¿Y si ese proyecto lo tiene que comprar un kinestésico? Pues más le vale al comercial caerle bien, porque sino... En realidad, al kinestésico le dará bastante igual lo que ponga en ese dossier o lo que le explique el comercial. Necesitará sentir que el proyecto es bueno, que ese comercial cree en lo que está vendiendo... porque sino, le dirá: "lo siento, pero lo que me ofreces no me da buenas vibraciones".

¿Y en una relación de pareja? Pues sucede lo mismo. Si yo soy soy auditivo y necesito que me digan que me quieren para sentirme amado o amada, y mi pareja me lo expresa de forma visual (por ejemplo, con un ramo de flores) o kinestésicamente (con muestras de cariño), pero no me lo dice nunca, no logrará conectar conmigo y demostrarme su amor de la misma forma que si yo escuchara "te quiero". En las artes amatorias, suele ser la mujer la auditiva. Si quieres conseguir algo de ella en ese terreno, acércate por detrás y susúrrale unas cuantas cosas al oído. Ya verás como se allana el camino. Los hombres, en cambio, somo más visuales: con un conjunto de lencería y unos taconazos... se nos seduce rápido.

En cualquier caso, si queremos hacernos entender de manera efectiva, ya sea en el trabajo o en nuestra vida personal, no tenemos que pensar en cómo nos comunicamos nosotros sino en cómo se comunica nuestro interlocutor. Ésta es una norma básica de la PNL: sal de tu mapa mental y ponte en el mapa del otro.


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