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Vivir conscientemente

“Quien vive en armonía consigo mismo, vive en armonía con el universo”.

Marco Aurelio


La pandemia de la COVID-19 nos ha obligado a frenar en seco y, durante este parón tan brutal de nuestra actividad cotidiana, hemos tenido mucho tiempo para pensar. Yo, por ejemplo, he reflexionado mucho sobre cómo las personas nos enfrentamos al mundo que nos rodea: si lo hacemos con consciencia plena de lo que nos pasa y para qué nos pasa o vamos por la vida con el piloto automático puesto (lo que yo llamo estar en modo zombie).

Así que en este primer post de la nueva era voy a hablaros de lo que para mí significa vivir conscientemente.


Hay gente que se cree que, por que dediques parte de tu tiempo al crecimiento personal, el coaching y la PNL o medites cada día, deberías ser una especie de iluminado, que va levitando por el mundo, que nunca se enfada con nadie y que no tiene preocupaciones. Incluso hay quien, cuando descubre que eres una persona “normal”, te lo echa encara: “Mucha meditación, mucha meditación pero luego… o “A ver si te aplicas el coaching a ti mismo, que llevas un día…”

Y es que muchas veces se tiene una idea equivocada de lo que es la espiritualidad.


“Ser espiritual significa encontrarte a ti mismo, y ese es un trabajo que nadie puede hacer por ti; tienes que hacerlo tú solo”,

Osho



Asume tu responsabilidad

Vivir conscientemente es hacerte responsable de todas tus acciones. De tus aciertos y de tus errores. Con todas las consecuencias. Cambiar tus reacciones automáticas (explotar de ira, bloquearte por el miedo, huir de los problemas…), por decisiones conscientes que te benefician a ti y a tu entorno.

Es preguntarte: ¿Qué me aleja de mi felicidad? ¿Qué desgasta mi energía o perturba mi paz? ¿Qué necesito realmente? ¿De qué estoy huyendo continuamente? ¿Qué es lo que se repite constantemente en mi vida de lo que no estoy aprendiendo? Y obrar en consecuencia.



Acepta lo que te pasa

Acepta lo que te pasa, sin juzgarlo. Aceptar es no intervenir en el momento presente, sino fluir con él. Estar en el aquí y ahora. Las cosas no son ni buenas ni malas, simplemente son. Y suceden por algo. Creer que deberían ser diferentes nos consume mucha energía y resulta agotador. Y, además, nos causa un sufrimiento innecesario.


“Aceptar” no necesariamente es “estar de acuerdo con”, ni tampoco significa "resignación" o "rendición". Al contrario, aceptar aquello que no puedes cambiar es el primer paso para "transformar" la situación adaptándote a ella.



Vivir conscientemente



Permítete ser


Para llevar una vida consciente tienes que permitirte ser como eres. Darte permiso para tener un mal día o para disfrutar de las cosas buenas que te pasen, sintiéndote merecedor de ellas. Darte permiso para sentir lo que sientes y expresar esos sentimientos o manifestar libremente lo que quieres o piensas sin importarte el qué dirán. Y eso pasa por practicar la asertividad, que no es más que expresar nuestros deseos de una manera amable, franca, abierta y directa, pero intentando no hacer daño a los demás.


Y también permite al otro ser como es. No intentes que sea como te gustaría que fuera ni tampoco hagas de su comportamiento algo personal. Las personas no te hacen cosas, hacen cosas. Y tú decides si te afectan o no.



“La conciencia espiritual se desarrolla cuando eres flexible, espontáneo, desapegado y amable con los demás”.

Deepak Chopra.



Muéstrate agradecido


Y sé agradecido. Nos quejamos de todo y por todo, pero la vida es un milagro. Solo tienes que mirar a tu alrededor: seguro que encuentras algo que agradecer. Sé agradecido con lo que tienes y no necesitarás nada más. Sé agradecido cuando estés con alguien, y disfrutarás de la felicidad de compartir.


Aprende a apreciar la vida, porque solo tenemos una -al menos en este plano- y eso ya la hace maravillosa.



Perdónate


Así que ¡despierta! Porque elevar tu conciencia te va a permitir descubrir quién eres realmente y cómo quieres relacionarte con el mundo que te rodea. Y entonces podrás vivir sin fingir, amar sin depender, escuchar sin juzgar y hablar sin ofender. Y si algún día finges, dependes, juzgas u ofendes, permítetelo y perdónate. Perdónate siempre. Porque no hay liberación más grande que el perdón.



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